Rigoberta
Menchú, una de las líderes mundiales en la defensa de los derechos
humanos, acudirá a la III edición de los Premios Platino para hacer
entrega del Premio de Cine y Educación en Valores. Un galardón de nueva
creación que busca reconocer la capacidad de los largometrajes de servir
como recurso educativo para trabajar valores en niños y adolescentes,
una iniciativa que va acompañada de un programa educativo con vocación
de extenderse por toda América Latina con este mismo fin.
Sin duda la presencia de la Premio Nobel de la Paz y activista de los derechos humanos en Guatemala, Rigoberta Menchú,
representa un incentivo desde la industria cinematográfica en cuanto a
los procesos de paz se refiere. Menchú, subirá al escenario del nuevo
Centro de Convenciones en Punta del Este, para hacer entrega del Premio
de Cine y Educación en Valores, un reconocimiento que se
entrega por primera vez en esta ceremonia y que busca reconocer los
largometrajes que trasmitan o introduzcan valores sociales y humanos
básicos para la sociedad en su conjunto y que sirvan como recurso
educativo para niños y adolescentes.
El galardón se ha creado este año gracias al apoyo de la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, www.fad.es), una iniciativa que va acompañada de un programa educativo basado en los mismos principios del premio
y tiene la intensión de extenderse por toda América Latina. El éxito de
la experiencia en España, donde cerca de 1,7 millones de estudiantes de
Educación Primaria y Secundaria han ido a las salas de cine para
consolidar valores como convivencia, tolerancia, respeto e integridad,
ha animado a los organizadores a exportarlo al otro lado del Atlántico.
Con
estas premisas, Rigoberta Menchú no dudó en apoyar este reconocimiento,
como una de las líderes para la defensa de la igualdad social más
destacadas a nivel mundial. Perteneciente a la etnia indígena
maya-quiché en Guatemala, Menchú sufrió en su infancia y juventud la
pobreza, discriminación racial y represión generada por una sociedad
desigual. Parte de su familia fue torturada y asesinada por militares y
los "escuadrones de la muerte", pero mientras sus hermanos se unían a la
guerrilla, ella emprendió una revolución pacífica en denuncia del
sistema guatemalteco por todo el mundo.
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