En vez de continuar la saga, la cinta dirigida por Rupert Wyatt lo que hace es ir hacia atrás en el tiempo, en realidad hasta nuestros días, momento en el que la película sitúa el origen de la revolución simiesca. Convencido de que muchos se habían preguntado, igual que él, cuál era el origen de ese planeta de humanos al servicio de simios inteligentes del que teníamos noticia en la famosa cinta de 1968, a través de la imagen de una playa desierta en la que descansaba a la deriva la cabeza de uno de los emblemas de nuestra civilización, la Estatua de la Libertad, Wyatt propone un principio, una causa para tan espeluznante final. El culpable es un solo hombre, en concreto un científico llamado Will Rodman. James Franco, uno de los jóvenes actores norteamericanos en clara progresión, interpreta a Rodman, quien trabaja para una importante corporación farmacéutica en el desarrollo del ALZ-112, un virus benigno capaz, en principio, de regenerar el tejido deteriorado del cerebro humano.
Sin embargo, los simios con los que se ha experimentado empiezan a mostrar un comportamiento agresivo y la compañía decide cancelar definitivamente el proyecto, así como sacrificar a los animales que han sido contagiados. Sólo se salva uno, César, un simio recién nacido al que Rodman acoge en su casa de forma provisional mientras empiezan a hacerse evidentes los signos de inteligencia que va desarrollando. Al mismo tiempo, Rodman toma una drástica decisión respecto de su padre aquejado de Alzheimer y en claro empeoramiento de la enfermedad: ensayará con él los efectos del medicamento como último intento de ayudarle. Los efectos son inesperados y muy favorables.
Así, la casa de los Rodman se convierte en un pequeño mundo en el que padre e hijo conviven con César y al que más tarde se incorpora una joven veterinaria, interpretada por la actriz de Slumdog Millionaire, Freida Pinto, que será la primera en advertir las dificultades de la convivencia con el resto del mundo a medida que César crezca y tenga necesidad de traspasar los estrechos límites de la vivienda familiar, como así ocurre. César tendrá entonces que descubrir el lado oscuro de los humanos, pasando a liderar una revuelta de los suyos contra la Humanidad, cuyas consecuencias ya conocemos, al menos, en lo que a ficción cinematográfica se refiere.
Aparte de esta nueva teoría que justifica el cambio de liderazgo en la Tierra, la película dirigida por Wyatt con guión de Amanda Silver, asimismo productora, y de su marido, Rick Jaffa, El Origen del Planeta de los simios cuenta con toda la artillería de las últimas tecnologías para hacer aún más atractiva la trama. Por una parte, no se escatiman esfuerzos en realizar una poderosa demostración de efectos especiales; pero, por otra, la combinación de imágenes reales e imágenes generadas por ordenador resulta asombrosa. Weta Digital, la empresa cuyos técnicos en efectos especiales ya demostraron su buen hacer en “El Señor de los Anillos”, “Avatar” o “King Kong”, consiguen una credibilidad que sobrepasa lo visto hasta ahora y los movimientos de César creados a través de la interpretación del actor Andy Serkis han deslumbrado no sólo al público, sino también a los críticos y hasta se ha llegado a hablar de si sería posible que el personaje de César pudiera ser candidato a un Oscar.
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